domingo

CONDE DE LAUTRÉAMONT (ISIDORE DUCASSE) 107 - LOS CANTOS DE MALDOROR


CANTO CUARTO

5 (2)

Si me escuchas por más tiempo, no habrá de desprender tu tristeza del interior de tus rojas narices. Pero como soy exageradamente imparcial, y te detesto menos de lo que debería (si me equivoco, dímelo), prestas, a pesar tuyo, oídos a mis razones, como obligado por una fuerza superior. No soy tan malo como tú: esta es la razón por la que tu genio se inclina espantosamente ante el mío… En efecto, ¡no soy tan malo como tú! Acabas de echar una mirada a la ciudad construida sobre el flanco de esa montaña. Y ahora, ¿qué veo?... ¡Todos los habitantes han muerto! Tengo tanto orgullo como otro cualquiera, y constituye un vicio más, tenerlo quizás en exceso. Pues bien, escucha… escucha, si la confesión de un hombre que recuerda haber vivido medio siglo bajo la forma de un tiburón en las corrientes submarinas que recorren las costas de África, despierta en ti bastante interés como para prestarle atención, si no con amargura, por lo menos sin la torpeza irreparable de mostrar la repugnancia que te inspiro. No arrojaré a tus pies la máscara de la virtud para aparecer ante ti tal cual soy, pues nunca la he usado (si acaso esto puede ser una disculpa), y, desde los primeros instantes, si examinas atentamente mis rasgos, reconocerás en mí un respetable discípulo tuyo en perversidad, pero no un rival temible. Ya que no te disputo la palma del mal, no creo que ningún otro lo haga: ante todo tendría que igualarme, cosa nada fácil… Escucha, a menos que seas la endeble condensación de una niebla (escondes tu cuerpo en alguna parte donde no puedo hallarlo): una mañana vi a una niña que se inclinaba sobre un lago para recoger un loto rosado, con la firmeza resultante de una experiencia precoz; se inclinaba hacia las aguas cuando sus ojos encontraron mi mirada (cierto es que de mi parte no fue sin premeditación). Inmediatamente vaciló, semejante al torbellino que produce la marea en torno de una roca, sus piernas se aflojaron, y, cosa digna de ver, fenómeno que se desarrolló con tanta veracidad como el hecho de que hablo contigo, cayó al fondo del lago, con el resultado imprevisto de que ya no recogió más ninfeas. ¿Qué hace ella allá abajo?... no he logrado saberlo. ¡Sin duda su voluntad, alistada bajo la bandera de la redención, libra encarnizados combates contra la podredumbre!

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+